Sobre mí

¡Hola! Supongo que si estás aquí ya sabrás quién soy (al menos, un poquito), pero me presento por si acaso. Me llamo Carolina Casado Magano y nací un lluvioso octubre de 1996, en Madrid. Me gusta tocar la guitarra, los videojuegos de terror y leer sin descanso, pero las dos facetas por las que se me suele conocer son la de escritora y la de psicóloga.

Comencemos con la escritura. Suena a cliché, pero llevo creando historias desde que tengo uso de razón. Cuando era pequeña vivía pegada a una libreta y un bolígrafo, y apuntaba todo lo que se me ocurría. Ideas malas en su mayoría, tengo que reconocerlo, pero así nacieron mis primeros relatos. Crecí, y pronto me atreví a escribir historias más largas, a buscarles un hogar. Y cumplí mi sueño. Mi primera novela publicada fue La venganza del piromante, una historia de fantasía juvenil que actualmente he decidido retirar para volver a trabajar en ella y quizás publicarla en un futuro de otra manera (quién sabe). En 2019 publiqué Un acorde menor (Ediciones Versátil), una novela sobre salud mental que trata diversos temas, como la amistad, el amor y la esperanza de un futuro en el que rendirse no es una opción. Recientemente, he publicado Ayer, nosotros, hoy (Ediciones Versátil, 2020) una historia juvenil sobre dos adolescentes llenos de conflictos, pero también de sueños, que se conocen gracias a un trabajo de mitología y ven sus vidas unidas irremediablemente.También colaboro con la revista literaria La Avenida de los Libros, redactando artículos y reseñas.

Mi otra pasión es la psicología. Cuando tenía catorce años, un profesor me dijo que ayudando a los demás me ayudaría a mí misma. No se equivocaba. Tampoco se equivocó al presagiar la felicidad que me traería esta vocación. Estudié en la Universidad Autónoma de Madrid e hice un máster en Psicología General Sanitaria. Ahora me dedico profesionalmente a ello mientras continúo formándome y escribiendo. A veces ambas cosas son lo mismo.

Poco más puedo decir sobre mí. Me encantan las buenas historias y los finales realistas, pero no tristes. Escribir con una taza de té bien calentita al lado. Tener girasoles en la terraza. Descubrir una canción y escucharla en bucle, exprimiéndola, hasta que la sientes parte de ti. Supongo que es una buena metáfora para definir lo que hacemos los escritores.